Hay seres con los que en el transcurso de nuestras vidas tenemos encuentros fugaces, esporádicos, intrascendentales y sin ninguna tipo de relevancia, que nos deje una pequeña huella o tan siquiera, un triste o leve recuerdo.
Pero hay otros con los que nos cruzamos en nuestro dilatado camino, que contrariamente y al instante nos producen, un sentimiento totalmente inverso. Al momento y tan solo con su aproximación, despiertan en nosotros una conexión mucho más allá de lo puramente físico, o de cualquier explicación simplemente lógica.
Este sentimiento puede ser tan fuerte, que traspasa la distancia, el tiempo, o cantidad de variados obstáculos y los elegidos por esta especie de selección genética, pasan a formar parte de este “CIRCULO MAGICO” tejiendo una especia de tapiz de relaciones humanas y unidos por una especie de cordón, que incluso puede llegar a ser más fuerte que cualquier otro lazo de sangre.
Tal vez sólo hayan sido instantes fugaces, lágrimas lastimadas, conversaciones profundas, acercamientos breves, miradas cómplices, tiernas caricias, momentos cálidos o simplemente personas, que han puesto una sonrisa en nuestra boca, o nos han contagiado con su alegría, sueños, esperanzas, miedos, o tal vez con sus compartidos silencios; pero todo ello suficiente, para que fecundara en nosotros una vibración y una especie de conexión entre almas…
Mi círculo está repleto de personas que a lo largo de mi camino, me han estremecido, enternecido y emocionado…
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