Posted by on Ago 28, 2016 in Sensaciones | 0 comments

 

Un día rebuscando en un viejo trastero de mi madre, encontré papeles, poesías y  dibujos de mi etapa infantil. Mezclada entre ellos, había una redacción de la época estudiantil.

El tema que debíamos desarrollar era: indicar la palabra más importante para cada uno de nosotros y exponer el motivo.

Mi palabra escogida fue: Solidaridad.

Muchos acontecimientos buenos y malos han sucedido desde entonces. Sin darme cuenta, me hice mayor. Tuve una hija. Se fueron personas queridas y llegaron otras nuevas a mi vida. El mundo cambió y llegaron unas innovaciones, que han facilitado nuestra existencia y antes hubiéramos tratado de pura fantasía o ciencia ficción.

Pero al hojear de nuevo aquellas cuartillas, me he dado cuenta de que a pesar de las exigencias del destino, estrategias evolutivas, capítulos pasados, alegrías, traiciones insospechadas, lágrimas lastimadas, momentos mágicos, huellas olvidadas, desafíos, acontecimientos felices,  rechazos, daños colaterales, agradables sorpresas, miedos, bloqueos, fracasos, detalles amorosos, derrotas, renuncias, desencantos, inolvidables momentos y abandonos, sigo siendo aquella niña inocente, vulnerable, soñadora, confiada, fantasiosa, tímida y superviviente, que con espíritu latente, siempre viaja a donde su corazón la lleve y aunque algo alborotada por las ráfagas de la vida, a menudo se sigue ilusionando y sorprendiendo por pequeñas cosas y que un día repleta de ilusión, escribió aquellas líneas llenas de esperanzas.

Mi vocablo preferido actualmente (si tuviéramos que escoger uno), seguiría siendo solidaridad y la descripción indicada por aquella pequeña, sería la misma:

-No se trata únicamente de una simple palabra, es mucho más que esto, porque en su interior contiene bonitos mensajes de:  Humanidad, amor, compromiso, sacrificio, generosidad, cooperación, lealtad, humildad…