Yo nací una bonita mañana de abril. El sol brillaba y calentaba con un calor tibio y muy placentero. En seguida note un aroma que me dejo perpleja y no supe definir de que se trataba (tenéis que entenderlo, todavía llevaba muy poco tiempo fuera). Cuando abrí los ojos, lo primero que vi, al principio un poco difuso y luego con más claridad, fue la cara de alguien que me miraba con gran ternura y enseguida la reconocí: Era mi madre.
Me empezó a besar, mientras me aseaba y me acariciaba. Seguía teniendo aquella mirada de orgullo (la misma que vi reflejada desde el primer instante, en su rostro). A la vez que me observaba también, con sus largas pestañas y sus grandes, así como penetrantes ojos negros.
Aquella fragancia que tanto me había gustado desde el principio, venía de unas cosas con variadas formas y diferentes colores que estaban colocadas a ambos lados; escuche que eran flores. ¡Que bonitas son!. ¿Las habrán traído para mí?, me preguntaba.
Todos me miraban con gran expectación. Era el centro de atención y me gustó tanto aquella sensación, que a partir de aquel mismo día, decidí que no quería una vida normal; quería ser alguien importante. No sé tal vez una artista, bailarina o vedette (bueno, cuando supiera bien lo que quería decir cada cosa…). Acababa de llegar y aún tenía mucho tiempo por delante para decidirlo. Pero lo que si tenía claro, era que no quería ser normal y destacar de alguna manera.
Pasaron los días y todo parecía perfecto. Yo vivía en aquella gran casa (donde trabajaba mi madre), fuera de la ciudad, rodeada de naturaleza y todos me mimaban constantemente, me lavaban, me peinaban (a veces dejándome un poco de cresta en el pelo, que según decían estaba de moda y que a mí me encantaba). Todo esto hacía que siempre tuviera, un precioso aspecto. Aunque he de confesaros, que la verdad es que a veces (cuando no me veía nadie) también me gustaba jugar, ensuciarme y arrastrarme por la tierra.
Un día vendieron la casa y llegó una nueva dueña. Yo estaba un poco intranquila, pues no sabía cómo sería, ni siquiera si nos llevaríamos bien, o si nos tendríamos que ir a otro sitio; pero al verla, sentí un gran alivio. Nos miramos y enseguida percibí una gran química entre nosotras (ésta que hace que conectes profundamente con alguien en los primeros instantes).
En nuestra primera conversación le conté mis planes y todo lo que pensaba que se podía hacer en aquel bonito lugar. A ella le parecieron geniales mis propuestas. También abriendo mi corazón, le explique las grandes ansias que tenía desde pequeña de ser famosa, de convertirme en una estrella. Ella me escuchó muy atentamente en silencio y no tan sólo lo entendió todo, sino que además, me prometió que me ayudaría a conseguir mi anhelo. No me lo podía creer…por fin había encontrado a mi agente, tenía claro mi destino y con el tiempo, incluso podría llegar a ser importante…
Han pasado los años y gracias a su gran trabajo, a su dedicación como representante, a sus ideas, a la constancia, a las clases que me han impartido en una famosa escuela de modelos, a cursos de protocolo, fotografía y demás, he logrado alcanzar mi dorado sueño: Llegar a ser reconocida.
Actualmente la gente habla de mí, contactan conmigo, me consultan, me entrevistan, se quieren retratar conmigo, me piden autógrafos y yo…soy totalmente feliz y me siento, como si fuera una brillante estela, flotando dentro de una vaporosa nube.
En lo único en lo que me he mantenido fuerte en todo este tiempo y no he cedido, es en no me cambien el nombre artístico. Todos estaban empeñados en que el mío no tenía chispa, que no era actual, ni pegadizo, que era poco original y que debía reemplazarlo por otro con más gancho. Pero queridos, a mí me gusta y estoy totalmente convencida de que “Pepper” me queda muy bien. ¡Ah, por cierto!, no sé si os había comentado antes, que soy una burrita, que mi agente se llama Marta, que me encanta REBUZZNAR y que me pirran las zanahoriasssssssssssssssssssssssssss!!!
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