Llegan hasta mi lejanos sonidos de gaviotas, que mezcladas con el ruido del Mediterráneo, me atraen como un imán hacia las rocas.
Mi espíritu, necesitaba un inciso y una borrachera de mar para evadirme. Es nuestra debilidad y lo que nos sucede a los isleños cuando necesitamos escaparnos del mundo e incluso de nosotros mismos.
Es el pacto silencioso e infranqueable suscrito por los latinos, desde lustros remotos con el mar.
Aquí, entre el aroma que percibo salado y el rugir de las aguas me embarga una sensación, que me permite escaparme por unas horas, de todas mis responsabilidades y dificultades.
Mi espíritu se purifica, se renueva y saboreo este sentimiento mágico y placentero que experimentamos, al conformar nuestro mapa de sensaciones y sentimientos.
Son momentos íntimos, mimados, sin miedos, fugaces, silenciosos, sin prisas, instantes robados al tiempo y que coleccionamos guardados en nuestro mas profundo baúl de los recuerdos…
Siguenos!