En un bosque lleno de preciosos árboles y variadas exóticas plantas, nació un día un pequeño gusano. Tenía el cuerpo viscoso con una especie de arrugas, los ojos hundidos y se movía con tan poca gracia que, todo en conjunto, hacía que pareciera un tanto repulsivo.
Los otros animales al verlo tan feo, empezaron a reírse de él y a partir de entonces, ninguno lo quería tener cerca, comenzando a dirigirle burlas y crueles desprecios.
Estaba tan triste al ver que no lo aceptaban y que no gustaba a nadie, que llegó un momento en que, no pudiéndolo aguantar más, decidió quedarse en su casa sin salir para que así no pudieran verle.
Un día fue a visitarle un Gnomo (único amigo que tenía) para interesarse por su ausencia. El gusanito entre sollozos, le contó lo que le pasaba. Este, después de escucharlo, sacó de un pequeño saco que llevaba colgado, El Libro Mágico De Los Duendes. Lo abrió por la mitad, y después de leer un capitulo le dijo que, a partir de aquel día, empezara a fabricar una hebra de seda muy larga y que con ella hiciera un ovillo y que, cuando estuviera acabado, se encerrara en él durante un tiempo.
Sin preguntar nada, el gusanito así lo hizo, y cuando estuvo terminado se encerró, tal como le había indicado su sabio amigo.
Los otros animales al verlo se rieron nuevamente de él, pensando que se había escondido para no salir nunca más, a causa de la vergüenza que sentía por su aspecto.
Pero pasaron unas semanas y una bonita mañana de cálido sol…
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