Posted by on Dic 14, 2014 in Sensaciones | 0 comments

Cada Navidad llegan hasta nuestro entorno, reproches lastimeros relacionados con estas festividades. 

Unos desean que pasen estos días con celeridad, otros culpan estas fechas de ser meramente propicias para el consumismo e incluso hay otros que dicen, que tan solo sirven como excusa, para reunir en torno a una mesa  a personas varias, que en realidad ni tan siquiera; se profesan gran estima.

Pero luego al salir a pasear por las calles, integrándose en el gentío y despertando su adormecido espíritu infantil, uno se siente de repente participe de este carácter peculiar que se respira y hasta puede percibir la magia, que desprende la ciudad iluminada, las notas que llegan de diferentes lados  con sus contagiosos villancicos y el ambiente entrañable que se inhala y embargado por una especie de hechizo, logra rescatar una cierta nostalgia, que durante un tiempo tenía olvidada, retrocediendo en el tiempo y embargado por la sensación de volver a ser pequeño.

Con perspectiva positiva puede observarse la dedicación que ponen muchos en adornan sus hogares, el empeño de otros en buscar el detalle perfecto, para luego más tarde;  tomarse la libertad de asomarse a los ojos de la ilusión que tiene el destinatario al abrir el paquete, la delicadeza en adornar sus mesas y el cuidado para que no falte ni un ápice de calor en torno a ellas, las llamadas de medianoche con nuestros futuros anhelos, nuestros emotivos recuerdos para los que se han ido, pero que siguen anclados en nuestras memorias y sobretodo en la inocencia de los niños, que en realidad son los principales protagonistas y la esencia de la Navidad; temblorosos y expectantes, con sus caritas cándidas, escribiendo sus listas de deseos,  engalanando su árbol, horneando sus galletas o contemplado atónitos los  diferentes adornos, belenes, pajes de Oriente, Santa Claus y todo ello, desprendiendo esta magia irreprimible que irradia en esta época, todo su cuerpo.

Y entonces… comprendemos que;  para vivir la vida en toda su plenitud, debemos construir mundos paralelos, disfrutar plenamente de la fantasía y poder ofrecerles a los pequeños, pedacitos de felicidad  y también lo importante que es, esmerarnos para construirles bonitos recuerdos…